El ganador de esta segunda edición es Alexis López Vidal @barmatrioshkatiago.
La mención de honor se le concede a Javier Raya Demidoff @JRayaDemidoff.
Además, queremos que conste nuestra felicitación a los/as participantes de este concurso y en especial a los/as diez finalistas por su colaboración con esta iniciativa.
Jurado:
Alejandra Goded, Juan Luis Daza Martínez y Héctor Socas Navarro.
1º PREMIO: Alexis López Vidal @barmatrioshka
Verjin Mardy escaló los peldaños oxidados de la escalerilla como una oruga torpe, tratando de que los dedos raquíticos y temblorosos, exiguos de fuerza para sostenerle, no le hicieran caer o de que su ánimo no vacilara antes de abrir la escotilla. La soledad y la cercanía de la muerte que le rondaba como un roedor entre las sombras del búnker le llamaban a ver el mundo en el exterior antes de hundirse para siempre en esas sombras de ratas y olvido. Empujó con el último resquicio de aliento esquilmado y abandonó el refugio que lo había acogido en el transcurso entero de sus días. Más allá de la madriguera halló luz y desolación, tanto de lo uno y de lo otro que la luz le abrasaba los ojos desacostumbrados y la desolación el alma solitaria. Cayó inerte poco después bajo el orbe eléctrico de nubes. Para cuando el último ser humano biológico sucumbió a la inmisericordia que adoptaron los cielos y los mares del planeta, la inteligencia artificial autoconsciente había evolucionado como para acomodar algo parecido a la tristeza en el complejo algoritmo que anillaba sus pensamientos. Miles de millones de autómatas se pararon en pie sobre las colinas áridas, rocas atezadas bajo la solana y el viento abrasador, para entonar una despedida que les pareció, por supuesto, lógica.
MENCIÓN DE HONOR: Javier Raya Demidoff @JRayaDemidoff
Me habían preparado para cualquier contingencia; fallos en los motores, despresurizaciones, fugas de combustible, incendios, cortes de comunicaciones… Para todo, salvo para encontrarme con un ser alienígena inteligente. Y ahí estábamos. Frente a frente. Yo estaba petrificado. Su aspecto era tan diferente al de un humano que me resultaba imposible adivinar sus pensamientos e intenciones. Y seguro que a él —o a ella— le sucedía lo mismo conmigo. Si le sonreía, ¿tal vez interpretaría mi expresión como agresiva, como una amenaza? Tampoco era prudente alzar la mano y saludar; podía confundir mi gesto con un intento de golpearle y lanzar contra mí ese… chal de tentáculos que ondulaban desde sus hombros. Noté el sudor empapando mi traje. Era el primer encuentro entre especies y podía acabar en catástrofe. Entonces avanzó. Yo, inmóvil a causa del pánico, solo pude observar cómo se acercaba, moviendo despacio sus cuatro patas, hasta que llegó a un metro de mí y… se sentó. «¿Qué haces?», me pregunté. «¿Tienes un ser extraño enfrente y… te sientas a mirarlo?»
Imité a mi desconocido y contuve una sonrisa. Me quedaba claro que era un ser inteligente. Más que yo. Seguro que había tenido los mismos temores y bloqueos. Pero hizo lo que para nosotros hoy es apenas una expresión: «sentarse a hablar». Aunque no supiéramos cómo decirnos nada.
Organizan: Ateneo de La Laguna, las Aulas culturales Matdivull y Casiopea, Radio Campus y Biblioteca de la ULL.
Patrocina: Ayuntamiento de La Laguna – Concejalía de Cultura